Nuestro ADN -construído en bucle- replica su propia estructura y erra en la copia de algunas moléculas, dando resultados similares pero distintos. Combina información sobre cómo ingresar a la existencia, con base en dos formas previas.
Nuestra esencia mamífera se comporta en espejo; se mimetiza. La mama es el primer nodo conector; la primera experiencia empática, donde somos alimento y refugio. Primer reconocimiento de nuestra profunda vulnerabilidad e interdependencia.
Ingresamos al plano de la existencia capitalista,sobrecargada del acervo de sentidos construidos desde arriba. Regida por el principio de escasez, la frialdad de las tecnologías industriales que se imponen sobre nuestros cuerpos biológicos, espirituales y energéticos, las jerarquías, la competencia y la dominación.
Humanos autómatas reproducen la insensibilidad para la que fueron programados, con parámetros de éxito y consumo confundidos con felicidad y bienestar. No cuestionan la idea de que valen en tanto producen, consumen o dominan.
Podemos revertir este patrón colectivo si observamos detenidamente la energía que nos gobierna.
La misma que ordena el ADN adentro y trabaja en mimesis
con el afuera.
Bucles y memes. Dos métodos orgánicos para alterar el porvenir.
Crear nuevas narrativas, de desobediencia de la norma aplastante, de cooperación, de reciprocidad con la tierra, de alegría y completud. De cuidado y ayuda mutua; de entendimiento de la diversidad como riqueza y no como amenaza; de reconocer la abundancia exuberante que la trama viva que nos sostiene y de la que somos parte provee cuando no es violada y abusada.
Reconocer las historias de abuso que los objetos acarrean consigo.
El dolor que encierra el pedazo de carne, empaquetado para hacerlo parecer inerte.
Las personas estamos hechas de las historias que nos contamos. Si revisamos la forma de entender la historia pasada…
…si contamos nuevas historias
-que ponen el cuidado, la empatía y la interdependencia
en el centro-,
alteramos la alquimia de este hervidero de millares
de moléculas humanas
que están despertando al dolor ajeno y sienten
esa profunda incomodidad medular que incita al cambio.
Es urgente una nueva producción cultural que devuelva su cualidad sagrada a la naturaleza; que ponga en crisis y vuelva obsoleta nuestra actual forma de entender el bienestar y la felicidad.
Por eso escribo cuentos infantiles que habiliten y validen otras realidades posibles: una en la que sentir empatía por todos los seres -como una persona vaca o cerda, una persona paloma, una persona murciélago o una persona montaña- es algo completamente natural y esperable. Donde estar en presencia de otra especie es un regalo invaluable.
Que pasar de largo del dolor ajeno sea el glitch, y no al revés.
Porque actuamos en espejo de lo que vemos y construimos los cambios molécula a molécula.
El trasfondo de los cuentos que escribo es la perspectiva ecofeminista antiespecista, que me parece al día de hoy la más integradora, la que no deja ninguna sintiencia biológica afuera y pone el acento en los seres más vulnerados de todos.
No existe bienestar individual sin un bienestar ampliamente entendido. Una nueva ética del cuidado, que contemple a todas las personas, de todas las especies y que incluya en la categoría de persona al agua, el aire, el suelo, la montaña y la mismísima Tierra.
Tareas de cuidado profundo, sin distinción de género.
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Mel Zukernik
Mel Zukernik es una activista comprometida con la defensa de los animales y la naturaleza a través de la literatura, también es el corazón del proyecto editorial Fauna Querida. Es la autora de la serie de cuentos infantiles gratuitos sobre la defensa de la naturaleza y los animales, Juana de La Fauna.